La ventana: mayo 2009
    follow me on Twitter

    Trampantojo.








    En el mundo del silencio
    el ruido se hace rey,
    porque su voz se mantiene
    más allá de la sorpresa.

    En mi mundo de los sueños,
    tu presencia se hace ley
    que esclaviza a mi razón.

    El deseo, mi deseo,
    se hace aliado de tu boca.
    Y por eso sólo piensa
    en la forma de escapar
    de esta fría realidad,
    para poder encontrarte...

    Bajo el crepúsculo estás,
    entre ambas dimensiones,
    entre tu vida y la mía.

    Y mis ojos ya se cierran,
    y mi alma ya se duerme
    esperándote encontrar
    más allá de lo esperado.

    Y siempre allí te encuentro,
    aunque allí también te pierdo.

    Y es que el mundo cautivado
    por las fases de tus ojos
    (que hoy están en luna llena)
    solo dura el tiempo exacto
    para que no sea eterno.

    El crepúsculo ha cesado,
    me despiertan mis lamentos.

    Y la hoja de la espada
    que forjamos esta noche
    con golpes de gran pasión,
    y el fuego de nuestro roce,
    ha matado al onanismo
    que en mi mente continuaba
    después de aquel encuentro.

    Fue tan intensa la noche
    tan intensa, que quemaba.
    Y su calor desecaba
    cada una de mis lágrimas,
    tan mojadas de inocencia,
    hasta quedarse en pitañas.


    Soul


    El comienzo de una vida, de repente,
    se termina como todo ha comenzado,
    siendo nada, nada es muerte.

    Pues en tierra nuestro cuerpo
    convertimos con los años,
    mas del polvo salvaré nuestro recuerdo,
    como siempre, como antaño:

    Esa parte de sonrisa que nunca
    llegué a ofrecerte, la guardaré;
    para nunca, para siempre.

    Esa parte de mis besos
    que se encontraban ausentes
    a las puertas de tu boca,
    como antes, inocentes
    de ilusiones, conservaré.

    Ni jamás quiero perder
    ese guiño que tus manos
    han regalado a mi piel,
    cada vez que tú me tocas.

    Y si mi vida se pierde,
    amor mío te diré,
    que perdida está.

    Mas con ella, no lo dudes,
    eternamente llevaré
    a una parte de tu alma,
    que no es poca, de amuleto.

    Y aunque vague etéreamente
    por el mundo que he dejado,
    junto a mí, constantemente,
    como antes, como siempre,
    estarás justo a mi lado.

    Prófugo amor.




    Cada uno de mis dedos
    en la silueta de tu cuello,
    pensando que son las perlas
    del collar que te mereces.
    Y te aprietan suavemente,
    y se ahogan en tu piel
    como naúfragos cautivos
    que de una isla desierta
    no sabrían escapar.

    Capturada entre mis manos
    se hallan tus emociones.
    Y mi oído se cerciora
    de atrapar a las palabras,
    malheridas de placer,
    que se fugan de tu boca,
    tan ardientes que se queman
    con su propia libertad.

    Ya mis ojos no te miran,
    mas no dejan de observar
    a tu mirada, que devora
    hasta el alma más reacia
    a enamorarse alguna vez.

    Mientras tanto, lentamente,
    van mis brazos recorriendo
    por debajo de tus hombros
    el camino de tu piel,
    cada uno por su lado,
    deseándose encontrar
    al abismo de tu espalda,
    y abrazarte fuertemente.

    Este mío, prófugo amor,
    que te ama más que yo,
    pretende ahogarte.
    Y con él ahogar mis ganas
    de soñar, día tras día,
    con la misma estupidez,
    prófugo amor, de cautivarte.