La ventana: octubre 2009
    follow me on Twitter

    A las luces de un nocturno de Chopin (nº2 Op. 9.2 en Eb)



    En lo abrupto de mi oscura soledad,
    echando en falta tus huesos,
    mi deseo se emociona con pensarte,
    como preso con la libertad.

    En lo amargo de mi dulce corazón
    se disuelven mis razones por tenerte,
    y mis manos, entre mil notas de amor
    lloran versos tan aviesos como inertes.

     

    Bosquejo de mi alma reflejada en tus ojos.




    Al vacío de tus pasos,
    encuentro mi camino.
    Mi vida, junto a la tuya,
    mi piel, junto a tu sino.

    Nuestro rumbo,
    tan certero, tan perdido
    por el mundo
    va creando poco a poco
    cada uno de mis días.
    Va matando lentamente
    a toda melancolía
    que cultivé en tu ausencia,
    en un hueco de mi mente.

    Nuestro ritmo
    va marcando cada hora
    mil sonatas diferentes,
    mil recuerdos tan ausentes
    que ya ahora ni recuerdo.

    El sentido de mi vida
    es tenerte a mi lado.
    Sentirme tan inocente
    como cuando cometí
    el pecado de encontrarte
    de repente, de tenerte
    entre mis brazos.
    De sentir tu ignota piel
    sobre la mía,
    jamás nunca conocida,
    aquella primera vez.

    Mas tu mirada robada
    por las ansias de mis ojos
    incansables de mirarte,
    todavía se conserva
    en las arterias y venas
    de mi mustio corazón.

    Soy vampiro de tu sangre,
    y esclavo de tus luceros,
    aunque me cueste admitirlo.
    Porque amor es egoísmo,
    y el egoísmo es ciego.

    Mas por eso no te digo
    muchas veces que te quiero, 
    porque sé que tú lo sabes,
    sino que te necesito.