La ventana: junio 2009
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    Retales de un pensamiento.


    Se rompió la voz dormida
    que vive dentro de mí,
    porque sueña con la vida
    paralela, que te espera,
    en el mundo del recuerdo.

    De mi boca sólo sale
    una palabra, tu nombre.
    Y mis ojos se convierten
    en espejo de los tuyos,
    porque sólo te veo a ti
    cada vez que tú me miras.

    En mi mente todo vale,
    pero nada es más valioso que tú.

    Mis manos te intentan atrapar,
    y mis brazos envolver.
    Nadie hace caso a la mente
    cuando habla el corazón.

    Y mi cuerpo se fusiona
    con el viento de tus formas,
    vaporosas como un lazo de papel,
    delicadas como un diente de león.
    Tan frágil que se deshace
    en millones de pedazos
    si se estira más allá
    de lo imposible.

    Tan frágil que te deshaces
    en millones de pedazos
    si te abrazo más allá
    de lo sutil, más allá
    de mis abrazos.

    Tu recuerdo se evapora
    como gota de agua fresca
    que se choca de improviso
    con el fuego de mis labios.

    Pero siento, más allá
    de todo esto que sucede,
    que nunca él se ha marchado.
    Tu recuerdo y tu presencia,
    se fusiona con el aire
    que respiro cada día.

    Mea culpa.


    ¿Me perdonas por no hablarte,
    por no saber escucharte
    ni inventar otro motivo
    para intentar olvidarte?
    ¿Me perdonas?

    Porque aun corre en mi sangre
    parte de la tuya,
    que se mezcla con mi mente
    y me hace verte,
    más allá de la ficción.

    Porque repito tus palabras
    extraídas del recuerdo,
    hasta hacerlas sólo mías.

    Porque mi amor es egoísta,
    y el egoísmo es negro.

    Por eso mis letras te hablan
    de la noche, de la soledad,
    huérfana de luz y calma,
    huérfana de ti.

    Perdóname por pensar
    en tus ojos más allá de su color,
    hasta hacerlos mi esperanza.

    Y por cantar al futuro,
    con vivencias del pasado,
    sin pensar en mi presente.

    Perdóname porque soy yo,
    porque sigo siendo yo,
    porque te _ _ _ _.
    Y todavía me faltan
    las agallas necesarias
    para poder decírtelo
    cara a cara, frente a frente.