Cada uno de mis dedos
en la silueta de tu cuello,
pensando que son las perlas
del collar que te mereces.
Y te aprietan suavemente,
y se ahogan en tu piel
como naúfragos cautivos
que de una isla desierta
no sabrían escapar.
Capturada entre mis manos
se hallan tus emociones.
Y mi oído se cerciora
de atrapar a las palabras,
malheridas de placer,
que se fugan de tu boca,
tan ardientes que se queman
con su propia libertad.
Ya mis ojos no te miran,
mas no dejan de observar
a tu mirada, que devora
hasta el alma más reacia
a enamorarse alguna vez.
Mientras tanto, lentamente,
van mis brazos recorriendo
por debajo de tus hombros
el camino de tu piel,
cada uno por su lado,
deseándose encontrar
al abismo de tu espalda,
y abrazarte fuertemente.
Este mío, prófugo amor,
que te ama más que yo,
pretende ahogarte.
Y con él ahogar mis ganas
de soñar, día tras día,
con la misma estupidez,
prófugo amor, de cautivarte.
en la silueta de tu cuello,
pensando que son las perlas
del collar que te mereces.
Y te aprietan suavemente,
y se ahogan en tu piel
como naúfragos cautivos
que de una isla desierta
no sabrían escapar.
Capturada entre mis manos
se hallan tus emociones.
Y mi oído se cerciora
de atrapar a las palabras,
malheridas de placer,
que se fugan de tu boca,
tan ardientes que se queman
con su propia libertad.
Ya mis ojos no te miran,
mas no dejan de observar
a tu mirada, que devora
hasta el alma más reacia
a enamorarse alguna vez.
Mientras tanto, lentamente,
van mis brazos recorriendo
por debajo de tus hombros
el camino de tu piel,
cada uno por su lado,
deseándose encontrar
al abismo de tu espalda,
y abrazarte fuertemente.
Este mío, prófugo amor,
que te ama más que yo,
pretende ahogarte.
Y con él ahogar mis ganas
de soñar, día tras día,
con la misma estupidez,
prófugo amor, de cautivarte.
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